¿Puede ayudar a la salud mental el uso de un tablero de ajedrez?
Psicología
Existe una amplia literatura científica sobre la psicología del ajedrez. Alfred Binet y otros han demostrado que el conocimiento y la capacidad verbal (más que la capacidad visuoespacial) son la base de la pericia.
En su tesis doctoral, Adrian De Groot demostró que los grandes maestros de ajedrez pueden percibir rápidamente las características clave de una posición. Según De Groot, esta percepción, posible gracias a años de práctica e investigación, es más importante que la pura capacidad de predecir jugadas.
De Groot demostró que los grandes maestros de ajedrez pueden memorizar casi a la perfección posiciones mostradas en pocos segundos. La capacidad de memorizar no explica por sí sola la habilidad ajedrecística, ya que los grandes maestros y los novatos tienen la misma memoria cuando se enfrentan a una disposición aleatoria de piezas (unas seis posiciones en cada caso). Es más bien la capacidad de reconocer patrones y recordarlos lo que distingue a los jugadores expertos de los novatos. Cuando adquieren las posiciones de las piezas de la partida real, los grandes maestros memorizan las posiciones casi por completo.
Investigaciones recientes se han centrado en el ajedrez como entrenamiento mental. El papel respectivo del conocimiento y la búsqueda prospectiva; estudios de imágenes cerebrales de grandes maestros de ajedrez y novatos; ajedrez con los ojos vendados; el papel de la personalidad y la inteligencia en la habilidad ajedrecística; diferencias de género; y modelos computacionales de la pericia ajedrecística.
El papel de la práctica y el talento en el desarrollo del ajedrez y otras áreas de pericia ha suscitado una serie de estudios empíricos. Erickson y sus colegas sostenían que la práctica deliberada es suficiente para alcanzar altos niveles de pericia en ajedrez. Sin embargo, estudios más recientes no han logrado replicar sus resultados y sugieren que otros factores, además de la práctica, también son importantes.
Por ejemplo, Fernand Gobet y sus colegas demostraron que los jugadores más fuertes empiezan a jugar al ajedrez a una edad muy temprana y que los expertos nacidos en el hemisferio norte tienen más probabilidades de nacer a finales de invierno y principios de primavera. Los ajedrecistas tenían más probabilidades de no ser diestros que la población general, aunque no encontraron ninguna correlación entre la mano dominante y la habilidad.
La relación entre la habilidad ajedrecística y la inteligencia se debate desde hace tiempo en la literatura científica y en la cultura popular. Los estudios académicos que investigan esta relación se remontan al menos a 1927. Mientras que un metaanálisis y la mayoría de los estudios sobre niños han encontrado una correlación positiva entre la capacidad cognitiva general y la habilidad ajedrecística, los estudios sobre adultos han mostrado resultados dispares.
El juego del ajedrez es algo más que un mero recreo; hay algunas cualidades mentales muy valiosas que son útiles en el curso de la vida humana y que deben adquirirse y fortalecerse a través de él para que se conviertan en hábitos de preparación en cualquier situación; porque la vida es como una partida de ajedrez, en la que a menudo tenemos puntos de puntuación, así como competidores u oponentes, y en la que hay todo tipo de acontecimientos buenos y malos que son en cierto modo el resultado de la prudencia. Resultado. o queriéndolo.